Antes que nuestro perro se vaya con otro perro debemos entrenar el pensamiento. Debemos ser conscientes del carácter de nuestro perro. Si exhibe un accionar belicoso o está poco socializado, tenemos la posibilidad de tener inconvenientes y el desarrollo va a ser considerablemente más retardado. De ahí que debemos meditar en el tiempo y esfuerzo que necesitaremos y si disponemos la paciencia bastante para llevarlo a cabo.
No debemos dejar el desarrollo a medias ni precipitarnos, el resultado puede ser una convivencia dificultosa y en el peor caso riñas y asaltos entre los perros. Además de esto, en el caso de que la situación nos desborde, debemos comprender soliciar asistencia, un profesional nos va a poder asesorar y hacer más simple todo. Ha de ser un adiestrador canino o un etólogo.
La teoría de los 3 segundos
Chad Culp es un conductista canino estadounidense que desarrolló la regla de los tres segundos para ingresar 2 perros. Esta teoría establece que los perros tienen que olfatear entre sí por vez primera a lo largo de ese período temporal. Tras 3 segundos, los dueños deberán separarlos y aguardar a que se olviden. Entonces, si la primera asamblea no salió bien, vuelva a reunirlos por un período temporal mucho más largo y vea de qué forma interaccionan.
Culp recomienda que este procedimiento está mucho más dirigido a perros con inconvenientes de agresividad. El especialista asegura que, a lo largo de los primeros tres segundos, es viable detectar si hay un ataque entre los animales. Si ciertos perros se congela, se eriza o medra, los dueños tienen que sacarlos a la mayor brevedad.
Si bien los dos perros se tienen la posibilidad de dejar solos juntos, no es conveniente dejarlos solos a lo largo de largos periodos de tiempo, cuando menos no en los primeros meses. En el momento en que estén completados para interaccionar libremente, asegúrese de estar presente para supervisarlos. Esté atento a la química y el lenguaje corporal a fin de que logre distinguirlos si aparece alguna pregunta.
Es tu deber llevar a cabo todo lo que es posible para estar ilusionado y relajado.
Un perro puede luchar por causas de jerarquía, entre machos con machos, machos con hembras o hembras con hembras.
Estas riñas jerárquicas tienen la posibilidad de ser de origen sexual, o sea, para elegir qué macho va a llamar a la hembra de la manada o por una cosa concreta que le forma parte a uno, así sea comida, un juguete, nuestra cama o la atención del dueño. Las riñas por la posesión tienden a ser el denominador común en parques y calles.
La jerarquía entre los perros es lineal
Aprendiendo las manadas en estado de independencia o semilibertad se ha comprobado que, de la misma en la situacion de los lobos, entre los perros se establece su jerarquía lineal , en el que la edad perjudica mucho más a la dominancia que al tamaño.
Visto que la jerarquía sea lineal quiere decir que si el perro A es mucho más prominente que el perro B y si el rango del perro B es mucho más prominente que el del perro C, entonces el rango de C ha de ser mucho más bajo que el rango de A.